Gilbert Mercier (Counter/Punch)
Los grupos de personas, ya sean naciones o culturas, al igual que los individuos, tienen una conciencia. Y al igual que los individuos el registro de una conciencia colectiva de civilización que reacciona a los traumas históricos. La historia deja cicatrices en la conciencia colectiva de la gente. Si algunos individuos tienden a enterrar las experiencias personales traumáticas bajo la falsa suposición de que ignorándolo el dolor se curará, algunas culturas tienden a hacer lo mismo. Traer a la memoria los crímenes colectivos de los alemanes y los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial es un tema tabú en Alemania y Japón, como si ambas culturas estuvieran sufriendo una amnesia colectiva. Si usted trae a colación en una conversación las atrocidades cometidas por las tropas japonesas en Manchuria, Corea, Filipinas o Vietnam entre 1936 y 1945, la respuesta estándar de los japoneses amnésicos contemporáneos probablemente será "no sabíamos" o "fue hace mucho tiempo”. Esto se aplica a Alemania, a pesar de que es un delito en este país negar la existencia del holocausto. En cualquier caso, las dos culturas sufren amnesia histórica como un mecanismo de defensa.
De judíos perseguidos a sionistas: ¿Por qué las víctimas de abusos se convierten en abusadoras?
Si Sigmund Freud estuviera vivo y pudiera poner en su diván a Israel, o mejor aún, al Primer Ministro Netanyahu y a su compinche Lieberman durante unas cuantas sesiones de psicoanálisis, uno se pregunta qué encontraría. La mayoría de los estudios psicológicos de personalidades abusivas apuntan en la misma dirección. Parece una paradoja, pero la mayoría de las personas que presentan conductas abusivas en las relaciones, fueron víctimas de abusos cuando eran niños.
En principio se podría pensar que las personas que fueron víctimas de abusos son más sensibles al dolor infligido a otros. Que como individuos o como colectivo mostrarían una mayor empatía. Pero a menudo los niños que fueron víctimas de abusos se llegan a ser abusadores. Es como si el daño psicológico y el trauma de la primera infancia revirtieran el sentimiento natural de compasión y empatía hacia los demás en un círculo vicioso de conductas sociópatas limítrofes donde infligir dolor se convierte en una fuente de placer. Para los individuos, este ciclo de dolor se traspasa sin fin de una generación a la siguiente. Lo que se aplica para las personas es un buen modelo de análisis de la psique de un colectivo cultural.
Durante miles de años, entre el Medio Oriente y Europa, el pueblo judío ha sido perseguido, maltratado y obligado a moverse constantemente de un lado a otro. En Europa no se permitió a los judíos la posesión de tierras y no pudieron echar raíces mientras huían del fanatismo -como la Inquisición en España- la esclavitud, los pogromos y los poderes despóticos de los reinos de Europa y de los zares de Rusia. Cuando los toleraban tenían que vivir en guetos como el de Varsovia. Esta precaria existencia de las comunidades judías en Europa, con la amenaza constante de tener que irse, hizo que desarrollaran habilidades y conocimientos y el dinero era un resarcimiento esencial para la supervivencia del pueblo judío. Los libros y el dinero se pueden transportar y probablemente las constantes persecuciones que sufrieron los judíos propiciaron que desarrollasen habilidades especiales en las áreas del conocimiento y las finanzas. Se convirtieron el "el pueblo del libro" y para ellos el conocimiento, no las cosas materiales, era la posesión más preciada.
Israel: "El que lucha con Dios"
"El que lucha con Dios" es el significado hebreo de la palabra Israel. Pero el Estado judío, según la definición de los principios sionistas, no sólo está luchando por el reconocimiento de Palestina como una nación, sino también con las tradiciones humanistas del judaísmo. El judaísmo es visto por muchos eruditos judíos como una civilización, no sólo como una religión. Parte de este rico patrimonio cultural judaico se transmitió en religiones monoteístas más recientes, como el cristianismo y el islam.
Este punto de vista de la definición de judaísmo, más como una civilización que como una religión, es uno de los principales puntos planteados por Amos Oz y su hija Fania Oz-Salzberger en su nuevo libro Jews and Words (Judios y palabras, N.de T.) Para Oz, profesor de literatura de la Universidad Ben- Gurion y Oz-Salzberger, escritora e historiadora de la Universidad de Haifa, "el judaísmo no es una línea de sangre, sino una línea de texto".
"Durante miles de años nosotros, los judíos, no teníamos nada más que libros. No teníamos tierra, no teníamos los lugares santos, no teníamos una magnífica arquitectura, no teníamos héroes: teníamos libros. Teníamos los textos sobre los que siempre debatíamos alrededor de la mesa familiar. Tengo que añadir que nunca se puede conseguir que dos judíos se pongan de acuerdo en cualquier cosa. Es difícil encontrar a un judío que esté de acuerdo consigo mismo o con otros sobre algo, porque todo el mundo tiene la mente y el alma divididas, todo el mundo es ambivalente. Así que nuestra civilización es una civilización de la disputa, del desacuerdo y de la discusión", dijo Amos Oz en una entrevista en la NPR de Scott Simon.
Gaza una versión moderna del gueto judío de Varsovia
Después de los horrendos crímenes perpetrados contra ellos en la Segunda Guerra Mundial por la Alemania nazi los judíos decidieron, y con razón, que aquello no les volvería a pasar. Que no volverían a ser el chivo expiatorio de la historia de la humanidad y que nunca más los convertirían en víctimas. Y ahora, 64 años después de su creación en 1948, el Estado judío es el verdugo, pasando de oprimido a opresor. Si antaño los otros trataron a los judíos como ciudadanos de segunda y les negaron la propiedad de la tierra durante siglos, ahora están en el otro lado de la mesa de la historia y los palestinos en el lado que padece la ira del agredido que se volvió agresor. A los palestinos les niegan la tierra mientras los colonos israelíes siguen en expansión en Jerusalén oriental y en Cisjordania. Igual que les ocurrió a los antepasados de los judíos en el este de Europa, los palestinos son tratados por los colonos y el Estado judío como ciudadanos de segunda clase que viven en una cárcel a cielo abierto cercada de gruesas paredes de hormigón. Los palestinos, igual que judíos en la Segunda Guerra Mundial en el gueto de Varsovia, se han convertido en las víctimas, en los daños colaterales de la historia.
Gilbert Mercier es el editor jefe de News Junkie Post, donde este artículo apareció originalmente.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/06/09/jewish-and-israels-psyche/
No hay comentarios:
Publicar un comentario