Gringo bastardo.

zapatazo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Libia y el imperialismo.










De todas las luchas que se están desarrollando actualmente en el norte de África, la más complicada es la que está pasando en Libia.

¿Qué tipo de oposición al régimen de Gadafi y quién, según se dice, controla actualmente la ciudad de Bengazi, en el este del país?

¿Es precisamente una coincidencia que la rebelión haya comenzado en Bengazi, situada al norte de los campos de petróleo más ricos de Libia y al mismo tiempo tan cerca de sus oleoductos, gasoductos, refinerías y el puerto GNL? ¿Hay un plan de partición del país? ¿Cuál es el riesgo de una intervención militar imperialista, que plantearía un gravísimo peligro para la población de toda la región?

Libia no es comparable a Egipto. Su dirigente, Muhamar Gadafi, no ha sido una marioneta del imperialismo como Hosni Mubarak. Durante muchos años Gadafi ha sido el aliado de países y de movimientos que combatían el imperialismo. Al tomar el poder en 1969, al favor de un golpe militar, se nacionalizó el petróleo libio y utilizó buena parte del dinero a desarrollar la economía libia. Las condiciones de vida fueron considerablemente mejoradas para el pueblo.

Por esta razón, los imperialistas estaban muy determinados a machacar Libia. De hecho, en 1986, Estados Unidos lanzó ataques aéreos sobre Trípoli y Bengaazi, matando a 60 personas, entre las cuales la hija pequeña de Gadafi, lo que no se menciona en los medios tradicionales. Devastadoras sanciones le fueron impuestas al mismo tiempo por Estados Unidos y por la ONU con el fin de hundir la economía libia.

Después de la invasión de Iraq por los americanos en 2003 y la destrucción de una gran parte de Bagdag mediante una campaña de bombardeos orgullosamente bautizada “shock & awe” (choque y pavor) por el Pentágono, Gadafi intentó descartar otras amenazas de agresión contra Libia haciendo importantes concesiones políticas y económicas a bancos e instituciones extranjeras, marcó pautas en el sentido de los “ajustes estructurales” del FMI, privatizó numerosas empresas del Estado y redujo fuertemente los subsidios del Estado a la alimentación y al carburante.

El pueblo libio sufre pues los mismos altos precios y el mismo paro que están en la base de las rebeliones que estallan en otras partes y que son consecuencia de la crisis capitalista mundial. No hay duda de que la lucha por la libertad política y la justicia económica que barre actualmente el mundo árabe tiene también su eco en Libia. No hay pues duda de que el descontento suscitado por el régimen de Gadafi motiva a una buena parte de la población.

Sin embargo, es importante que los progresistas sepan que un buen número de los personajes que están siendo promocionados por Occidente para dirigir la oposición son, a largo plazo, agentes del imperialismo. El 22 de febrero, la BBC mostró unas secuencias en las que se veía en Bengazi multitudes que arrancaban la bandera verde de la república y la remplazaban por la del monarca derrocado (en 1969), el rey Idris; que había sido una marioneta del imperialismo americano y británico. Los medios occidentales apoyan gran parte de sus reportajes en hechos supuestos, suministrados por el grupo de exiliados del Frente Nacional para la salvaguarda de Libia, formado y financiado por la CIA americana. Busquen en Google poniendo la palabra CIA y descubrirán centenares de referencias. En un artículo del 23 de febrero, The Wall Street Journal, se escribía: “Estados Unidos y Europa deberían ayudar a los libios a derrocar a Gadafi”. Nada se dice de que haya planes en los pasillos de Washington para una intervención destinada a ayudar al pueblo de Kuwait, de Arabia saudita o de Barhein a derrocar a sus regímenes dictatoriales. Ni siquiera con todo el afectado interés que dicen poner en las luchas de masas que sacude la región actualmente; eso sería impensable. En cuanto a Egipto y Túnez, los imperialistas están tirando de todas las cuerdas para retirar las masas de la calle. En absoluto es cuestión de intervenir para ayudar al pueblo palestino de Gaza cuando millares de personas han perdido la vida a consecuencia del bloqueo, los bombardeos y la invasión israelí. Exactamente al contrario, Estados Unidos intervino para impedir la condena al Estado sionista ocupante.

No es difícil ver dónde residen los intereses del imperialismo, en Libia. El 22 de febrero, Bloomberg.com decía a este propósito que, siendo el tercer país productor de petróleo de África, Libia es al mismo tiempo el país que posee las mayores reservas del continente, con 44,3 mil millones de barriles. Es un país con una población relativamente poco numerosa pero dotado de un enorme potencial de producción de beneficios para las compañías petroleras gigantes. Véase si no cómo las grandes fortunas miran a Libia y sus supuestas preocupaciones en cuanto a los derechos democráticos del pueblo libio.

Obtener concesiones de Gadafi no basta para los barones imperialistas del petróleo. Quieren un gobierno del que puedan disponer directamente, encadenarlo, tenerlo a mano y ponerlo en barriles. Nunca perdonaron a Gadafi haber derrocado a la monarquía y nacionalizado el petróleo. En su sección “Reflexiones”, Fidel Castro, de Cuba, pone en guardia contra la sed de petróleo del imperialismo y contra el hecho de que Estados Unidos instalen bases militares para una intervención militar en Libia.

En Estados Unidos, algunas fuerzas intentan lanzar a nivel de la calle una campaña de promoción a favor de una tal intervención. Deberíamos oponernos con firmeza y recordar a las personas bienintencionadas los millones de muertos y personas desplazadas provocado por la intervención americana en Iraq y Afganistán.

Los progresistas sienten simpatía por los que consideran un movimiento popular en Libia. Podemos ayudar a este movimiento sosteniendo sus legítimas reivindicaciones y rechazando toda intervención imperialista, bajo la forma que sea. Al pueblo libio le incumbe decidir su porvenir.
















































































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