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lunes, 29 de abril de 2013

Venezuela: Prioridades en la Carrera contra el Tiempo.





























Guillermo Almeyra (La Jornada)


La mayoría electoral chavista debe ser ganada o reconquistada cada día, sobre todo cuando los efectos de la inflación y de la devaluación reducen los salarios reales, la delincuencia crea insatisfacción e inseguridad y la corrupción e ineficiencia del aparato estatal no han sido corregidas y, particularmente, cuando todo –economía y sociedad– depende del precio, siempre inestable, del petróleo. Por eso se está librando una carrera contra el tiempo entre, por una parte, la acción del gobierno chavista para reforzar su base social y, por la otra, el desgaste provocado por los problemas sociales y políticos (y por la acción contrarrevolucionaria) que reduce progresivamente la base electoral del chavismo.

Por lo tanto, el gobierno de Nicolás Maduro enfrenta al golpismo nacional fomentado por Washington y, al mismo tiempo, debe evolucionar sobre una capa de hielo peligrosamente frágil mientras busca afirmarse sobre bases más estables.

Ya adoptó justas medidas de emergencia, como la intervención por 90 días en toda la red eléctrica para tratar de evitar los sabotajes, ya que los cortes de luz desorganizan la producción y dañan e irritan a la población más pobre, a la que el chavismo se dirige.

Pero tiene ante sí otras prioridades, como la represión a la delincuencia, la cual se alimenta con la influencia de los narcos colombianos y con las maniobras de Estados Unidos pero tiene su base en el carácter rentista de la economía venezolana. No serán las fuerzas armadas o la policía las que limpien este establo de Augías: sólo la fuerza popular organizada puede barrer la delincuencia. Si en las comunidades mexicanas se eligen en asambleas policías comunitarias sostenidas por la población, que puede revocar a sus comandantes, es posible formar también en Venezuela en cada distrito milicias voluntarias, armadas por el Estado, respaldadas, garantizadas y controladas por los vecinos, que detecten a los delincuentes, los disuadan o repriman y los desarmen. La garantía de la independencia de tales policías comunitarias la dará la autonomía en cada lugar y el control asambleario sobre sus integrantes que, a la vez, les otorgará fuerza moral y política. Los comités de Defensa de la Revolución cubana se convirtieron en organismos de control del Estado y de su partido único, cosa que las policías comunitarias deben evitar a toda costa gracias al control democrático de sus comunidades y al pluralismo político en su composición (pues hay decenas de miles de venezolanos que no están de acuerdo con tal o cual política del gobierno chavista pero no son por eso agentes imperialistas ni contrarrevolucionarios).

También es tarea del gobierno la lucha contra la ineficiencia en las empresas y contra la posible corrupción de sus dirigentes pero el mejor instrumento para evitar los robos y despilfarros es el control sobre los gastos y el rendimiento de sus fuentes de trabajo por los trabajadores y técnicos organizados en comités ad hoc elegidos sobre base rotativa, independientemente de cual sea la opinión política o sindical de los integrantes de los mismos.

Por otra parte, ya Hugo Chávez encaró un ambicioso plan de construcción de viviendas populares, que se está cumpliendo en cantidad y calidad pero que aún no basta para resolver la grave carencia que existe en este campo. Pero, a diferencia de Cuba, donde se intentó remediar el problema mediante la autoconstrucción, pero con escasos resultados dada la carencia de materiales, Venezuela puede reforzar la participación popular en esta campaña, uniendo un esfuerzo económico y un fuerte apoyo técnico a la utilización de la mano de obra de los futuros beneficiarios.

En cuanto al cambio de las bases de la economía venezolana, requiere planes a mediano y largo plazo, pues la dependencia de la exportación de petróleo a Estados Unidos es una espada de Damocles que pende sobre el proceso revolucionario. Venezuela debe crear una base al menos para su seguridad alimentaria y producir en el país los alimentos y bienes básicos mediante un plan de sustitución de importaciones y de estímulo a la creatividad en el campo de la innovación tecnológica y de la reducción de gastos inútiles, acompañado por medidas selectivas en el otorgamiento de los permisos de importación. La boliburguesía protestará si no tiene wiski, champaña y autos caros pero la gente común protestará menos cuando encuentre todos los días la leche, los pañales, el jabón y los bienes de primera necesidad que escasean cruelmente.

Por último, una gran prioridad que sólo requiere voluntad política como insumo para enfrentarla, es la confianza en la capacidad de comprensión y organización de los trabajadores chavistas, desarrollando su autoorganización, dando el mayor margen posible a la democracia y el más amplio margen de independencia de sus organizaciones con respecto al aparato estatal (sea éste el gobierno o las fuerzas armadas) con el cual sin duda deben coordinarse pero sin subordinarse jamás al mismo.

Ese, por otra parte, es el verdadero significado de la idea de que hay que tratar de llenar el vacío dejado por la personalidad de Chávez por una dirección colegiada, pues ese concepto no puede conducir a un directorio de notables sino a la asunción de sus responsabilidades y de la decisión política por el pueblo chavista organizado en los múltiples instrumentos de poder popular. Éstos, así, serán instrumentos de este Estado actual en una fase difícil de transición y, sobre todo, gérmenes de otro Estado no capitalista para el futuro próximo.

Gramsci escribió que para que un obrero metalúrgico fuera socialista debía dejar de ser metalúrgico, o sea, debía dejar de diferenciarse como miembro de una corporación y de una clase. Para que del chavismo puedan nacer elementos socialistas debe reforzarse previamente la autoorganización socialista a costa de la actual dependencia vertical chavista del Estado.