El terrorista Orlando Bosch, estrecho colaborador de Luis Posada Carriles en la planeación y ejecución de un atentado contra un avión comercial cubano en 1976 que dejó más de 70 muertos, falleció este miércoles en Miami (Florida, al sureste de Estados Unidos) a causa de una enfermedad que aún no ha sido detallada.
Así lo confirmó un comunicado emitido en nombre de la familia del terrorista y divulgado por el diario estadounidense El Nuevo Herald. El texto se limitó a decir que Bosch murió a los 84 años y “después de enfrentar una larga y dolorosa enfermedad”.
“Orlando falleció a las 12H05 de la tarde hoy (este miércoles)”, reseñó el documento.
Meses atrás, diversos medios locales habían informado sobre el estado delicado de salud que enfrentaba Bosch, quien se encontraba internado en un hospital de la ciudad.
Bosch, quien de profesión era médico con especialidad en pediatría, abandonó en la década de los 60 la práctica para dedicarse al terrorismo contra el Gobierno cubano.
Su ataque más conocido se produjo el 16 de septiembre de 1968, cuando él y otros terroristas dispararon un rifle sin retroceso contra un carguero polaco fondeado en el Puerto de Miami.
Encontrado culpable por el ataque, Bosch fue condenado a 10 años en la penitenciaría de Atlanta, y después de ser puesto en libertad condicional huyó al extranjero.
En 1976, Bosch y Luis Posada Carriles fueron detenidos en Venezuela y acusados de planear el ataque contra un avión comercial cubano en el que murieron 73 personas.
A pesar de que en el caso se presentaron diversas pruebas que demostraban su responsabilidad, entre las que se incluyen documentos oficiales del gobierno de los Estados Unidos, Bosch fue absuelto de los cargos tras un proceso efectuado en Caracas en 1987, durante la administración de Jaime Lusinchi.
En tanto, en ese período, Posada se fugó antes de que dictaran sentencia, y aún tiene esta causa pendiente ante la justicia venezolana, que reclama su extradición.
Con respecto a este ataque Bocsh siempre se declaró inocente, sin embargo, en una entrevista telefónica en el año 2005 con el Nuevo Herald, afirmó que la verdad sobre la voladura del avión sería revelada en una cinta y documentos que se harían públicos después de su muerte.
En 1988 el terrorista volvió a Estados Unidos, país al que pudo entrar a partir de un perdón que le otorgó el entonces presidente George Bush.
Dos años después, Bocsh gozó de la protección de las autoridades norteamericanas, pese a los crímenes de lesa humanidad que había cometido.
Luego de conocer su reputación, Bosch fue considerado por el Fiscal General de Estados Unidos Dick Thornburgh como un “terrorista sin arrepentimiento”; mientras que el Fiscal General Asociado Joe D. Whitley, también trabajador durante la administración de George W. Bush, lo calificó como “una amenaza a la Seguridad Nacional”.
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