Visto el debate generado y el nuevo curso de los acontecimientos y ahora con la cobertura mediática y sus consecuencias, me veo en la necesidad de volver a reflexionar sobre los hechos, rectificar, matizar y corregir algunas cuestiones.
1. El movimiento 15-M o Democracia Real Ya toma las calles en base a una serie de reivindicaciones y denuncias frente al poder establecido, por tanto es inequívocamente político.
2. Que sea inequívocamente político (como muestra su lista de reivindicaciones) no significa que esté controlado o subyugado por los partidos políticos tradicionales, existe la política y las formas de hacer política más allá de dichas organizaciones.
3. Que no se encuentre controlado por partidos políticos tradicionales o mayoritarios no significa que entre sus miembros y simpatizantes no haya personas que militen a título personal en otro tipo de partidos políticos minoritarios, así como asociaciones ciudadanas, movimientos estudiantiles, colectivos vinculados a los movimientos sociales y sindicatos alternativos. Ni todos los partidos políticos son iguales, ni tampoco todos los sindicatos son unos vende-obreros.
4. Muchas de las personas anónimas que nutren el movimiento es la primera vez que como ciudadanos o agentes políticos se movilizan y salen a la calle a alzar su voz. El militante tradicional bregado en infinidad de luchas y batallas (no olvidemos que siempre y de momento perdidas) no debe compadecerse ni participar en la protesta con tono paternal o marcando paquete, sino poniendo esa experiencia al servicio de la protesta, con respeto y sobre todo con humildad y buenas formas.
5. Por todo ello se trata de un movimiento ciudadano inequívocamente de izquierdas (como bien reflejan sus reivindicaciones), una izquierda plural y horizontal pero siempre una izquierda identificable, un compendio de voces que se erigen como IZQUIERDA EXTRAPARLAMENTARIA. Si se pide la expropiación de viviendas vacías, reducción del gasto militar o que la democracia sea participativa, no hay sitio para la derecha y su séquito de neoliberales privatizadores (tampoco para los partidos que bajo siglas aparentemente de izquierdas, aplican las mismas políticas de recortes, austeridad y privatización).
6. Si el movimiento no se posiciona, ciertas ambigüedades conducirán a que se sumen al mismo de forma vergonzosa y como ha sucedido, partidos mayoritarios como el PSOE o seudo-partidos de extrema derecha nazi como Falange o España 2000.
7. El sistema puede funcionar de forma normal (de hecho sigue funcionando) con concertaciones y acampadas en las principales capitales de provincia, de hecho se producirán las elecciones y todos sabemos que ganarán los de siempre: PPSOE. Y seguiremos con nuestros contratos basura, con nuestras horas extras no remuneradas, con nuestro despido libre… Hay que evitar que el movimiento se estanque. Ahora hay ilusión y fuerzas pero si no se avanza entrarán en escena el desasosiego y el desgaste, y la moral de los movilizados irá menguando inevitablemente. Por todo ello:
8. Urge que el movimiento una vez organizado y en un futuro no muy lejano, salte de la calle a la fábrica. Si verdaderamente pretendemos un cambio estructural se hace inevitable atacarles donde más duele: el bolsillo. Es necesario movilizar al tejido industrial (ya que los sindicatos oficiales no lo hacen) en aras de un verdadero cambio revolucionario con posibilidades reales de mejorar la vida de las personas. Necesitamos a los obreros de nuestra parte, la protesta debe saltar al mundo del trabajo: ell@s pueden paralizar el país económicamente y poner a la clase política, empresarial y financiera de rodillas.
9. El precario, el parado, el estudiante, el jubilado… tiene en el fondo poco que perder, quizá sólo sus cadenas, esas que no se ven pero se sienten. El trabajador fijo del sector secundario si arriesga y se moviliza tiene un puesto de trabajo que perder, un piso por pagar que nosotros nunca podremos tener, unos hijos que alimentar que a nosotros se nos niegan, una estabilidad laboral con la que nosotros empezamos a soñar… por ello es difícil que este sector se una a la protesta pero oh! Graco, también era difícil que la juventud en este país se movilizara, y la realidad nos ha besado en los labios y nos despertó cuan Blancanieves apática que sólo se iba de botellón y veía Gran Hermano. La realidad en ocasiones supura ficción y entonces nos damos de bruces contra el sueño de la utopía, y lo tocamos, lo acariciamos, nos deleitamos con su presencia cercana, cálida.
10. Y no queremos despertar de ese sueño porque cuando la historia (que la escriben los pueblos) se pone a andar como ha sucedido en este país, los relojes se paran y ningún despertador puede ya despertarnos. Porque como dijo el poeta, en ocasiones lo imposible se convierte en inevitable.
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