¿Sabe la palabra
cuando ya no se encuentra
con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?
Eduardo Galeano. Las palabras andantes
Como frutos prematuros los chicos tobas se caen de las escuelas a la primera brisa. Casi ninguno termina la secundaria y la mitad de los adolescentes no completan la primaria.
Dicen que es el hambre, las enfermedades, los embarazos tiernos, y también el idioma. Ellos no hablan en sus casas el español de los dibujos animados y en las escuelas no hay maestros bilingües que puedan entenderlos. Así, a fuerza de no saber qué dicen los otros, se van quedando cada vez más lejos y más adentro de sí mismos. Un adentro que para nosotros es un afuera inexorable.
Mapuches y kollas, en cambio, logran resistir más tiempo en los pupitres. Sólo un 25 % no completa el primario. El 40 % empieza el secundario pero apenas la mitad lo termina. Los porcentajes están muy por debajo de los promedios nacionales pero por encima de tobas, guaraníes y wichis.
Tiene que ver con gobiernos, enfermedades y miserias, pero también tiene que ver con las palabras. Mapuches y Kollas hablan español en sus casas. Eso les da un poco más de tiempo en el sistema educativo pero a la larga los condena al olvido de la lengua originaria. Para ellos tampoco existe la educación bilingüe.
Por delante o por detrás a unos y otros los acorrala el silencio. Nuestro sistema educativo, un poco sordo y otro poco mudo, los condena a la mudez y a la sordera.
¿Sin las palabras de hoy cómo van a hacer los tobas para seguir hablando?
¿Sin los cantos de ayer cómo van a nombrar el mundo los mapuches y los kollas?
Dos preguntas y una sola respuesta en todos los idiomas.
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