Gringo bastardo.

zapatazo.

domingo, 29 de mayo de 2011

Mas de media España es de izquierda.









Lo que hizo la transición fue fomentar el bipartidismo y debilitar la fuerza del Partido Comunista. Y así, desde entonces, el heredero de este partido, Izquierda Unida, necesita 250.000 votos para conseguir un escaño, es decir, cinco veces más que el PP y el PSOE a los que les bastan 65.000.

En esto consistió el "éxito" de la transición, en impedir que el co­munismo pudiese prosperar entonces más de la cuenta. Y así hasta hoy. ¿Sería España la misma de haber tenido los comunistas la pu­janza que se les ha negado? Porque no sólo hemos de medir los re­sultados electorales, legislatura tras legislatura, por los resultados numéricos estrictos. Hay un factor asociado determinante a tener en cuenta: el desaliento. El desaliento produce dos efectos en uno. Uno es que millones de eventuales electores eligen la abstención por considerar un desperdicio votar a la izquierda "real" ante la tre­menda dificultad de conseguir escaños suficientes que no sean me­ramente testimoniales en la mayoría de los casos. El otro es que, por la misma razón, más millones de izquierdistas desvían su voto hacia un socialismo cada vez más conservador (que va perdiendo sus señas de identidad a pasos agigantados), para no entregar el po­der a la derecha que a su vez es cada vez más extremista.


Por todo esto, si decía ayer que media España es de derechas es porque lo es a título convencional con números ciertos pero fal­seando la otra realidad. Y esa otra realidad es que de no aplicarse la Ley D'Hondt la media España de derechas no se hubiera comido una rosca en los treinta y tres años de este simulacro de democracia que lle­vamos. Una España sin manipulaciones ni presiones por me­dio es "necesariamente" mucho más de iz­quierdas que de dere­chas.

La principal razón de esa sibilina Ley Electoral fue el temor (lógico) de que, recién salidos del fascismo fran­quista, el pueblo se lanzase a votar ciegamente al comunismo "tolerado" y a la opción republicana. No era posible. El ejército de entonces, absolutamente franquista, hubiera intervenido inmediatamente. Y eso "aconsejaba" al albacea testamentario de Franco, Fraga, y a sus cómplices nás o menos hábiles, hacer las cosas como se hicieron…

La Ley D'Hondt, pues, fue crucial para distribuir el voto por circuns­cripciones con los resultados proporcionales que malician los del partido comunista, en lugar de establecer una única circunscripción y listas abiertas.

Pero ahora han pasado los años suficientes como para que al pueblo español se le dé la oportunidad que no tuvo entonces. La oportunidad de elegir, esta vez sin amenazas ni coacciones, pro­bar su verdadera voluntad general y por ende su madurez. Por esto es tan importante quitarse de encima la vigente Ley Electoral.

Porque la madurez del pueblo español, que tanto acostumbran a celebrar con su repulsiva demagogia (Demago­gia: halagar los sentimientos de la masa para hacerla instrumento de dominio), sólo podrá ponerse a prueba, sean cuales fueren las con­secuencias, si se reforma la Ley Electoral y se da entrada a otras posibilidades inéditas que a buen seguro cambiarían decisivamente el signo o la suerte política de este estrambótico y difícil país. Mien­tras no se modifique la Ley Electoral España, que ya la falsea de otras maneras (no hay verdadera división de poderes y el cuarto, los medios, es decisivo), estará desvirtuando gravemente la demo­cracia. Esta es la razón por la que, por las plazas y barrios de las ciudades es­pañolas, andan multitudes exigiendo sin tregua ni condiciones la Democra­cia Real Ya...






























































































































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